Hoy en día se escuchan muchas palabras “raras” relacionadas con las
sesiones de entrenamiento para corredores: pliometría, propiocepción,
disociación, corrección e higiene postural…
En esta entrada estaremos centrados en la propiocepción, sin
menospreciar otros aspectos claves en la preparación física de un deportista.
Ésta no es más que la capacidad que tenemos de sentir la posición relativa de
los segmentos coporales o en palabras sencillas, lo que tu cuerpo sabe que está
haciendo, es decir, coordinación entre tu cerebro, el sistema nervioso y el
aparato locomotor (musculoesquelético).
La propiocepción es vital para casi
cualquier actividad cotidiana: desde subir y bajar unas escaleras sin tropezarse hasta
corregir el traspiés y evitar una caída en caso de que se produzca. En el deporte, la propiocepción juega un papel
crucial, no solo para conseguir un buen rendimiento sino para
evitar o al menos minimizar el riesgo de lesión o recaída.
¿Cómo entrenamos la
propiocepción?
El trabajo propioceptivo no es más que la preparación neuromuscular de
nuestro cuerpo ante desequilibrios o fuerzas de torsión en articulaciones. En
este caso, el trabajo propioceptivo de un futbolista, será totalmente diferente
al de un triatleta. Hoy nos centramos en corredores. Las mejoras del
rendimiento deportivo se deben a cuatro niveles:
1.- CONTROL DEL EQUILIBRIO. La intervención de una cadena cinética
muscular con una interconexión mejorada hará que respondamos mucho mejor ante
una inestabilidad en el terreno.
2.- COORDINACIÓN DE AMBOS LADOS
DEL CUERPO (SEGMENTARIA).
Pudiendo solventar situaciones de desequilibrio ayudándonos de movimientos
complejos.
3.- MANTENIMIENTO DEL NIVEL DE
ALERTA DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL. Utilizando los receptores nerviosos (sobre todo los de la planta del
pie) para reestructurar o reeducar una posición en carrera, recibiendo
información más precisa y antes procesada.
4.- INFLUENCIA EN EL DESARROLLO
EMOCIONAL Y DEL COMPORTAMIENTO. La motivación juega un papel importante, ya que la confianza que nos
genera el controlar un aspecto clave como los desequilibrios y la conciencia
coporal hace que emocionalmente podamos estar mejores para afrontar una
carrera.
Los corredores, los cuáles tienen una manera de andar o correr que los
distinguen del resto, deben planificarse sesiones de propiocepción o
“específico” (como se suele llamar este tipo de entreno) donde puedan
reproducir ciertos patrones generales de carrera, comunes entre si. Cuando un
corredor se lesiona, sobre todo en articulaciones tan frágiles y expuestas como
rodilla y tobillos, recibe una serie de daños a nivel receptivo de ésas áreas
que se comunican con el cerebro; es por ello, que los receptores deben ser reeducados
para que vuelvan a ·funcionar· apropiadamente ya que podrían enviar mensajes
erróneos al cerebro. (El ejemplo más
claro lo tenemos en nuestro amigo que se ha lesionado jugando al fútbol y que
corre cojeando, pero que él no se da cuenta).
La importancia de propiocepción en las
lesiones, no significa que no sea importante también para aquellos
deportistas que se encuentran libre de ellas.
Trabajos constantes en la propiocepción te
ayudarán a mejorar tu técnica de carrera, hacerte un corredor más eficiente
y colaborará en mantenerte lejos de las lesiones.
(AARÓN MENDOZA)
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