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miércoles, 3 de junio de 2015

LOS PRINCIPIOS DEL ENTRENAMIENTO DEPORTIVO (3/7)


                  En éste capítulo de los principios del entrenamiento deportivo, nos centraremos en la aplicación de carga y su influencia en el deportista desde el punto de vista de iniciación. Es decir, cómo se mejora, cuánto se mejora, o cómo decrece el estado de forma.       

                  La planificación es una parte esencial de cualquier actividad exitosa. El entrenamiento no es excepción;  si usted y los participantes en su programa quieren lograr las metas que se han fijado, necesitan saber a dónde van y qué tienen que hacer para llegar ahí.

                  La planificación no es complicada. Más bien, es simple establecimiento de prioridades y el decir cómo y cuándo tomarlas en cuenta.

4.- Principio del Potencial de Entrenamiento.
Existe una “leyenda urbana” o error común en la planificación deportiva cuando hablamos de buenos o malos entrenadores, y es que, un entrenador con formación y capacitado puede tener buenos o malos resultados cuando entrena a diferentes sujetos. Y eso, no depende al cien por cien del entrenador, ya que las condiciones fisiológicas, mentales y físicas de cada sujeto son diferentes. Es uno de los principios biológicos del entrenamiento (J.G. Manso, 2007). Se define como la carga que estimula la condición del atleta y depende de la asimilación y evolución de carga del sujeto.

                  Pensemos por un momento en grandes entrenadores de figuras de renombre mundial del atletismo y seamos capaces de imaginar que el mismo entrenamiento que le aplica a ese deportista para un mundial de atletismo (por ejemplo) nos lo aplica a nosotros mismos para la misma competición. Esa prueba, al 100% no dará los mismos resultados, y es que en cada persona intervienen muchas casuísticas y diferencias a todos los niveles.

                  Este principio nos dice y recalca que la individualización es fundamental para conseguir un rendimiento deportivo óptimo ya que el potencial de mejora variará con la persona.

                  En consonancia con lo anterior, tampoco podemos pensar que un entrenamiento “de calidad” que hagamos en pretemporada (el cuál nos ayuda a mejorar en velocidad, por ejemplo) nos ayudará de igual manera a mitad de temporada, ya que nuestro potencial de mejora habrá variado.

5.- Principio de la Cuotas de Aumento.
                  Nos dice que las magnitudes de las cargas necesarias para lograr de manera progresiva la adaptación del deportista, deben ser crecientes. No es posible alcanzar aumentos en el rendimiento si no se ejecutan las cargas de entrenamiento correspondiente a ese nivel.


                  Y aquí debemos tener en cuenta parámetros que influyan en el rendimiento y en su mejora; sin embargo, estos parámetros o condicionantes los estipula el deportista con su edad, su bagaje deportivo, sus lesiones anteriores,… Es por ello que una persona con edad avanzada no sea tan explosiva como un joven, o que una persona que jamás haya jugado a fútbol, pueda realizar ejercicios de dominio con la misma destreza que otra que lo haya practicado mucho tiempo antes.

6.- Principio de los Retornos de Disminución.
Es el principio que nos muestra la realidad del trabajo del deportista y su desarrollo, de cómo la capacidad de rendimiento de un sujeto a variado a lo largo de un proceso de trabajo de mediana o larga duración.

                  Seguro que muchos han escuchado la típica frase “llevo dos meses con un entrenador y mejorado considerablemente”; bien, en cualquier modalidad deportiva, el progreso es muy veloz y patente al comienzo de la vida deportiva de una persona, disminuyendo posteriormente la velocidad de mejora de rendimiento. Es una realidad que no debe “taparse u ocultarse” y que todos los entrenadores deben dejar clara desde el principio.

Incluso, en algunos períodos deportivos, se podrá estancar; y eso pasa, incluso, en deportistas de elite con largos años de formación y competencia. Este fenómeno recibe el nombre de “efecto meseta”. La magnitud decrece cuando el atleta se acerca a su potencial máximo. Sin embargo el progreso no avanza en una suave curva ascendente. Tiende a ser un efecto de meseta con una serie de saltos repentinos, separados por períodos de estancamiento, e incluso por períodos de retroceso aparente. El atleta tiene que trabajar a través de estos períodos de no aparente mejora, aguardando el próximo salto. Si todo lo demás es igual, habitualmente es posible mantener toda la tendencia básica ganada y pasar de una fuerza a otra cuando aumentan el estado físico y la confianza. Ganar el ultimo 5% del potencial de rendimiento máximo, por otra parte, requiere una cantidad casi infinita de tiempo y esfuerzo.


Una fórmula empleada por muchos deportistas para superar estos períodos de estancamiento es la introducción de mayores períodos (6 – 12 meses) de regeneración o descanso activo cada 3–5 años de rendimientos máximos, trabajando durante este tiempo con una intensidad muy inferior, (Navarro V., 1993). Por ello podemos encontrar grandes deportistas que buscan “cambios de aire” para mejorar su estado anímico, ya que, si no se controla y se trabaja bien a nivel psicológico, este fenómeno puede acabar con la vida deportiva de una persona.

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